-Deportes-
El duelo en Barranquilla pasó del sueño a la desazón y las Eliminatorias se aprietan.
No estamos eliminados. No sobra el aviso. Por doloroso que sea volver a tropezar con la misma piedra, aún hay vida en las Eliminatorias al Mundial 2026. Pero que no se juega bien, eso ya es una pesada realidad que resulta indiscutible. La Selección Colombia empató 2-2 contra Paraguay en un partido que tenía que ganar para encaminar las Eliminatorias al Mundial 2026, espantar las muchas dudas que había tras cuatro incómodas derrotas y recuperar confianza.
En cambio vino un tropiezo más y estamos como al comienzo de esta fecha 14. No se pierde pero no se gana. Y a estas alturas es necio insistir en que no pasa nada… algo no está bien.
Inicio pleno de motivación, lujo y gol
¡Y volvimos a levantarnos temprano y llegamos al partido despiertos! A los 45 segundos un saque de banda le llegó a Durán quien arrastró dos bloques paraguayos, chocó con ambos y les ganó, dejó un rebote para Arias y Jhoncito, que SIEMPRE hace todo bien, abrió el pase para que Lucho hiciera lo que sabe: regate, definición arriba por el palo del portero y a cobrar. GOLAZO.
El equipo dio un paso atrás y pareció que fue un anzuelo que tragaron los paraguayos, que se adelantaron y dejaron espacio a sus espaldas para casi nadie: rebote para Díaz, carrerón hacia el arco, por el medio apareció Durán y el pase cantado fue un gol cantado por miles de entusiastas en el Metropolitano: ¡otra joya para el 2-0! Y Colombia recuperaba su memoria y se reconciliaba con su juego y el guajiro era figura en su casa. ¡Así era!
Vendría una revisión interminable del VAR por una posible mano en el área que no era y la primera aparición salvadora de Vargas a un cabezazo que encendía una pequeña alerta en terreno propio. Iba a sonar más fuerte…
Pero estaba Arias, gigante, haciendo presencia en todo el campo, estaba Durán batiéndose contra los potentes zagueros visitantes y estaba Díaz encendido, inatajable, indescifrable para sus oponentes. Entre los tres hicieron que no se extrañara a James, bien referenciado.
Y entonces, el pestañeo: como ha sido toda la vida, los paraguayos provocaron las faltas necesarias cerca del área de Vargas hasta llegar al balón aéreo de costado en el que apareció, en modo fantasma, Junior Alonso escapando al amago de marca de Muñoz y gol para el descuento 2-1.
¿El tanque se agotó en el primer tiempo?
Pero en el complemento Colombia volvió a ser la de los últimos compromisos: se dejó estar desde el mismísimo pitazo, permitió que pelotearan a Vargas y e hizo estragos por la punta derecha en la que ni Ríos ni Muñoz tuvieron respuesta alguna más allá de corretear rivales sin mayor sentido.
Del ímpetu del arranque, de la sociedad Díaz-Durán, de las ganas del arranque quedó poco y en cambio Paraguay adelantó sus líneas, Enciso se cansó de amontonar rivales por la banda de Muñoz y así llegó el gol del empate 2-2, un pepazo del atacante más punzante de los visitantes que a los 62 dejó sin reacción al portero nacional.
Vino el balde de agua helada justo un minuto después de que Lorenzo decidiera sacar a James, que no hacía buen partido, por Campaz y no por Quintero como le gritaba la tribuna, y mandara a la cancha a Mina por Arias, uno de los mejores de Colombia. Otra vez en la foto el DT, interviniendo más temprano. pero sin acierto.
Y entonces vino la presión a Díaz que se echó encima equipo, presión y defensores rivales y sobre el cierre hizo todo para buscar el triunfo, con sendos intentos a la puerta, un buen pase a Durán y un carrerón sobre el final. Pero es que la mochila de la mala racha pesa tanto que a todos les les abre el arco sobre el final de los partidos menos a nosotros…
Se acabó el tiempo, aunque se jugaron 8 minutos más, y ni la furia de Díaz ni la potencia de Durán alcanzaron para volver a ponerse por delante en el marcador. Y Paraguay se llevó el punto por el que vino a Barranquilla y Colombia tropezó con una piedra que le anunciaron desde siempre, el peligro en el juego aéreo que siempre se paga contra este equipo, no importa cuántos años pasen.
Se fueron los puntos en casa, un punto de seis en juego es el balance. Suerte que son seis cupos directos, que Venezuela viene lejos (a 5 puntos) y que hay talento. Porque de juego, de mística y de la magia de antaño, que resolvía todo hasta jugando mal, poco. A esperar a junio. A reflexionar y entender que algo, después de cinco partidos sin victorias, está mal.